Marina y Rocío hoy pegaron un madrugón. Las esperan al mediodía en la Biblioteca del Colegio Mariano Acosta. Ya lo dije, el mismo donde estudió Julio Florencio.

Es una escuela normal que era la forma en que antes le decían a los colegios donde estudiaban para ser maestros y profesores. Que alguien me explique por qué NORMAL. ¿Qué tiene de normal querer ser «maestroa»?

¿O se refiere a que en esa época les maestruos se armaban hasta los dientes contra sus alumnoas? Puntero de madera para los nudillos, granos de maíz para las rodillas y orejas de burro. ¿Así impartían la normoa? ¿Eran tan crueles? No será otra leyenda negra?

A nuestro Julio Florencio con esa carita de ángel lo veo incapaz de tanta maldad. Malos o no, se leían estos tratados sobre educación.

Los libros de pedagogía que ¿leyó Cortázar?

Hice un zoom a la imagen: Método de instrucción de un tal Wickersham; Conferencias sobre enseñanza, de Fitch; L’école et le caractere de Foerster; La educación en Inglaterra (mamita querida); La crisis de la pubertad y sus consecuencias pedagógicas (auch!); Las escuelas de Gloria Loor Sarmiento. Y no podía faltar un Psychologie (de Claparede-Egger, pioneros de la pedagogía me los imagino)

Está lleno de bibliotecas tipo Thompson, que son esas que los estantes tienen una puertita de vidrio que abre para arriba. Hoy son una reliquia. Está bueno porque no hay que plumerear libros.
Estas eran importadas de yanquilandia por Donnell & Palmer que tenían el local frente a la Manzana de las Luces.