Cosas que le suceden al ciudadano motorizado. No así a los que trajinamos las calles de a pie. Esto que voy a contar es real. Periodismo verdad.

El eficientísimo sistema de acarreo de vehículos retiró de la vía pública el auto de Marina.

Sí, luego de un largo día salimos del anexo México de la Biblioteca Nacional y nos sentamos a tomar un cafecito en… ¡en Starbucks!

Por habernos sentado en un Starbucks y no en un tradicional cafetín porteño, como hubiera sido lo correcto según el manual de buen desempeño, una maldición criolla cayó sobre Marina. Aunque ella no tuvo toda la culpa.

La Barat fue quien insistió con que el Starbucks está en el edificio Otto Wulff que es una obra arquitectónica notable y todas esas pavadas en que se fija ella. Rocío acotó que tenía un cupón de descuento en Starbucks y que el bar de enfrente era un bochinche lleno de gente. Marina coincidió que el Starbuks era mejor, con más espacio, silloncitos cómodos y la mar en coche.

Pero Marina es la única que tiene coche.

La brigada de acarreo perpetró la venganza. Es el brazo ejecutor de una Justicia que está más allá de las autoridades municipales. Marina pagó su culpa en Tacuarí 1277 y volvió a su casa con pensamientos graves.