No todo puede salir como se lo planifica. Esta brevísima introducción es para contarles la suerte que corrió el guion de la serie audiovisual sobre «Continuidad de los parques».
¡No cometan estos errores de aprendices!
Nos dejamos llevar por el entusiasmo hasta que alguien se encarga de poner un tope a nuestras maquinaciones. En este caso el límite lo impusieron los derechos de propiedad intelectual.
Y sí, las obras tienen autores que a su vez tienen derecho sobre su obra. Derechos como percibir beneficios por la venta de un libro, derecho a hacer berrinche si se hace un uso inapropiado de la misma. Etcétera. Etcétera. Pongo etcétera para no profundizar en un tema que mucho no manejo.
Julio Florencio, nuestro autor, si bien falleció en 1984 (hace 36 años) lo asisten sus derechos intelectuales. No es que cobra regalías del «lado de allá» sino que los derechos pasan a sus herederos «del lado de acá». La cuestión es que existe un albacea que vigila, supervisa y maneja todo ese papeleo legal.
La hago corta. No podemos usar el cuento «Continuidad». No está permitido ningún tipo de transposición a ningún medio, ni siquiera para fines didácticos no comerciales. Ni películas, ni series, ni videojuegos. Nada de nada, a no ser que negociemos.
No tenemos dineros para PAGARA PRATA.
Pero tenemos PLAN B.